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El viaje visual del británico Emeric Vidal retratando el Río de la Plata

Gracias a su creatividad, sus acuarelas hoy forman parte importante del patrimonio documental de los primeros años de nuestro incipiente país

22 de abril, 2024 - 10:59

Emeric Essex Vidal un intrépido artista plástico británico, cruzó el Atlántico para llegar a la bulliciosa Buenos Aires con el propósito de plasmar con sus mágicos pinceles y pinturas los edificios, personajes y costumbres de la época de nuestra independencia.

Gracias a su creatividad, sus acuarelas hoy forman parte importante del patrimonio documental de los primeros años de nuestro incipiente país.

Un inglés de origen vasco

Nacido en la pintoresca ciudad de Brentford, en los suburbios de Londres, Reino Unido, el 29 de mayo de 1791, Emeric creció en un hogar impregnado de historias de aventuras marítimas y sueños de tierras lejanas.

Su padre, un comerciante de Surrey, además de sus negocios, tenía una distinguida carrera en la Real Marina Británica, transmitiendo así a Emeric y sus hermanos la pasión por el mar desde temprana edad. Con solo quince años, se unió al servicio naval británico como escribiente voluntario a bordo del ‘HMS Clyde’, iniciando así una vida de aventuras y descubrimientos que también marcaría el inicio de su viaje hacia la maestría artística.

Mientras navegaba por los mares del Norte, encontró tiempo para desarrollar su talento en el dibujo y la acuarela, convirtiendo los paisajes cambiantes del mar en obras de arte impresionantes.

En enero de 1814, su vida dio un giro significativo al contraer matrimonio con Anna Jane, hija del respetado sacerdote James Capper. Juntos formaron un hogar lleno de amor y creatividad, y pronto dieron la bienvenida a dos hijos, James Henry y Owen Emeric, quienes heredaron de su padre la pasión por la fe y el arte.

Después de su matrimonio, Emeric decidió tomar un descanso temporal del servicio naval para embarcarse en una expedición por los lagos de Canadá durante la Guerra Anglo-estadounidense, acompañando a su hermano en esta emocionante aventura.

Durante este tiempo, perfeccionó sus habilidades artísticas, capturando la grandiosidad de la naturaleza en sus acuarelas con una maestría que sorprendió incluso a los observadores más experimentados.

En julio de 1816, se embarcó en una nueva aventura hacia Río de Janeiro a bordo del ‘HMS Hyancith’. Durante su estancia en Brasil, quedó cautivado por la exuberante belleza y la rica cultura de la ciudad, creando una serie de acuarelas que capturaban la esencia misma de la vida en la costa carioca.

Las hazañas del acuarelista lo llevaron también a visitar las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, donde quedó impresionado por la vitalidad y la diversidad que experimentaban durante la emancipación. Sus acuarelas, llenas de color y vida, se convirtieron en testigos silenciosos de una época de cambio y transformación en América del Sur.

Publicación de sus obras maestras

De regreso en Gran Bretaña, en septiembre de 1818 se embarcó en una nueva aventura: la publicación de sus obras en una edición de lujo. Con el apoyo del influyente editor Rudolph Ackermann, seleccionó cuidadosamente veinticuatro de sus acuarelas más destacadas para incluirlas en la colección.

Estas obras, que ofrecían una visión única de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, captaron rápidamente la atención del público europeo, convirtiéndose en un testimonio visual de la vida en América del Sur en ese momento.

El descubrimiento posterior de un ejemplar anotado por el propio Vidal en 1821 agregó un nuevo elemento fascinante a la historia. Esta pieza única, conservada por una bisnieta del artista, revela detalles íntimos sobre el proceso de publicación de su obra y la colaboración con el editor Ackermann.

Las anotaciones proporcionan una visión personal del autor sobre su propio trabajo y su relación con la industria editorial de la época.

La anticipación generada por el prospecto anunciando la publicación de la obra de Vidal refleja el interés creciente en Europa por conocer más sobre las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. Las promesas de ilustraciones vívidas y descripciones detalladas de la vida cotidiana en estas urbes sudamericanas despertaron la curiosidad de los lectores, ansiosos por explorar lo desconocido a través de las páginas de los cuadernos mensuales.

Cada entrega del libro, cuidadosamente diseñada y producida, fue recibida con entusiasmo por parte del público. Los grabados coloridos, acompañados de textos descriptivos impresos con nueva tipografía, ofrecían una ventana única a la vida en el Río de la Plata en el siglo XIX.

El énfasis en la autenticidad y la originalidad de las representaciones, basadas en las observaciones directas del autor, garantizaba el valor histórico y artístico de la obra. Las carátulas de los cuadernos, adornadas con imágenes evocadoras de la vida en Sudamérica, añadían un toque de belleza y distinción al conjunto. La atención al detalle en la producción de cada ejemplar, desde la elección del papel hasta la impresión de las ilustraciones, reflejaba el compromiso de Ackermann y su equipo con la calidad y la excelencia.

La tirada inicial de 750 ejemplares aseguraba la disponibilidad de la obra para un amplio público, mientras que la producción de ejemplares especiales en papel de mayor calidad garantizaba su presencia en los círculos más selectos de coleccionistas y bibliófilos. Este enfoque inclusivo y estratégico en la distribución de la obra contribuyó a su éxito comercial y su legado duradero en la historia del arte y la literatura.

El legado pictórico en Argentina

Essex Vidal ocupó un lugar único en la historia del arte al ser uno de los primeros artistas en representar de manera detallada la vida y el paisaje del territorio argentino y uruguayo.

Si bien hubo otros pintores que exploraron la región antes que él, como el jesuita alemán Florian Paucke, cuyas obras se centraban principalmente en aspectos religiosos y la vida indígena, Vidal fue pionero en mostrar las ciudades y sus habitantes desde una perspectiva interna.

Sus pinturas ofrecían una mirada auténtica y detallada de la vida cotidiana en el Río de la Plata, capturando no solo los paisajes impresionantes, sino también la riqueza cultural y la diversidad de la población. Desde los gauchos en las pampas hasta los trabajadores en los puertos, Vidal retrató con maestría las diferentes facetas de la vida en esta región en evolución.

Además, sus obras no se limitaban solo a los aspectos superficiales, ya que también profundizaban en las complejidades de la sociedad y la historia del lugar. A través de sus acuarelas, Vidal documentó los cambios sociales y económicos que estaban teniendo lugar en la región, proporcionando una invaluable ventana al pasado para las generaciones futuras.

Así, el legado de Vidal trasciende el mero arte, convirtiéndose en un testimonio histórico invaluable de una época y un lugar particularmente fascinante en la historia de América del Sur.

Es cierto que la obra de este gran artista es una crónica visual excepcional de la vida en el Río de la Plata durante el siglo XIX. A través de sus acuarelas, Vidal capturó una amplia gama de escenas y actividades cotidianas que ofrecen una perspectiva única de la época.

Vidal se destacó por su habilidad para plasmar la vida en las ciudades y en el campo, desde la emblemática Plaza de Mayo hasta los gauchos en plena acción boleando ñandúes. Sus pinturas de las carretas aguateras tiradas por bueyes reflejan la vitalidad y el bullicio de la vida urbana, mientras que sus representaciones de los mataderos revelan una realidad cruda y sin adornos.

Además de documentar las escenas visuales, el artista complementó sus obras con detalladas descripciones escritas que ofrecen una visión aún más completa de la vida y las costumbres de la época.

Por otra parte, sus notas detalladas sobre los oficios, los procedimientos y el diseño de herramientas proporcionan un contexto invaluable para comprender las imágenes que creó.

Sin embargo, es interesante señalar que, a pesar de su exhaustiva exploración de la vida pública en el Río de la Plata, Vidal optó por no pintar los interiores de las viviendas porteñas y montevideanas.

Esta omisión puede deberse a varias razones, como la privacidad de los hogares o simplemente a las limitaciones de tiempo y recursos del artista. A pesar de ello, su obra sigue siendo una valiosa ventana a la historia y la cultura de la región.

Sus momentos finales en Brighton

Es fascinante explorar cómo la obra de Emeric Essex Vidal trascendió las fronteras europeas y se extendió por todo el continente gracias a la labor de destacadas personalidades, como el bibliotecario milanés Giulio Ferrario.

Fue éste quien, en el mismo año, incluyó las obras de Vidal en la segunda parte del volumen I del libro La costumbre antigua y moderna, dedicada a América Meridional. Esta inclusión no solo amplió el alcance de la obra de Vidal, sino que también la situó en el contexto de una importante obra de referencia sobre las costumbres y la vida en América del Sur.

Por otro lado, el historiador francés Ferdinand Denis también contribuyó a difundir el trabajo de Vidal al incluir cuatro grabados vidalianos en un pequeño libro titulado Buenos Ayres y el Paraguay, publicado en París en 1823. Esta iniciativa ayudó a consolidar la reputación de Vidal como un observador agudo y talentoso de la vida en el Río de la Plata.

Además, el grabador francés Jules Boilly desempeñó un papel crucial al reproducir la vista general de la ciudad de Buenos Aires, tomada desde el Norte y la Plaza de Toros, para incluirla en el libro Viaje pintoresco en las dos Américas, del paleontólogo Alcide D'Obrigny. Esta inclusión en una obra tan influyente ayudó a difundir la obra de Vidal entre un público aún más amplio y diverso, contribuyendo así a su reconocimiento internacional y a su legado duradero en la historia del arte.

En cuanto a los últimos años de vida de Vidal, su regreso al Río de la Plata como secretario del vicealmirante Robert Otway marcó un periodo de actividad artística notable. Durante este tiempo, pintó tres acuarelas memorables que capturaron la vida cotidiana en Montevideo y Buenos Aires con un detalle y una sensibilidad excepcionales.

Estas obras, además de llevar una dedicatoria de la artista británica Francis Ponsonby, reflejaban la continua pasión y dedicación de Vidal por su arte, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentaba en su salud y en su carrera naval.

A pesar de los contratiempos, el artista continuó explorando su creatividad y expresando su visión única del mundo a través de sus dibujos y pinturas, incluso durante su estancia en Lisboa a bordo del ‘Asia’. Su tenacidad y su compromiso con su arte lo llevaron a enfrentar desafíos y adversidades con determinación y valentía, dejando un legado perdurable que sigue inspirando a generaciones de artistas y admiradores hasta el día de hoy.

Este gran pintor, que sin duda alguna dejó un legado indisoluble entre las generaciones, falleció en la ciudad de Brighton, Reino Unido el 7 de mayo de 1861.