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Día del Trabajador: ¿por qué se celebra cada 1° de Mayo?

El Primero de Mayo es un acontecimiento internacional pero no un día festivo, en memoria de "Los mártires de Chicago"

Por Redacción

01 de mayo, 2023 - 08:40

El 1° de Mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador en homenaje a un grupo de trabajadores anarquistas, conocidos como los “Mártires de Chicago” quienes, en 1886, fueron ejecutados por reclamar una jornada laboral de 8 horas cuando se les exigía cumplir jornadas agotadoras de hasta 18 horas diarias, de lunes a lunes.

Aquel día, se inició la huelga que se extendió hasta el 3 de ese mes. El reclamo fue “Ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho horas de recreación”. Los reclamos obreros no eran nuevos en el mundo. A fines del siglo XVIII, los trabajadores se habían manifestado frente a las tremendas condiciones laborales que trajo la Revolución Industrial en Gran Bretaña.

Pero en 1868, el presidente estadounidense Andrew Johnson había establecido por la Ley Ingersoll la reducción de la jornada laboral a ocho horas luego de décadas de reclamo obrero. Los empresarios no lo acataron de inmediato y eso generó resistencia entre los que trabajaban en las fábricas hacinados, sin ventilación y por salarios irrisorios. En las mismas condiciones, lo hacían mujeres y niños, por la mitad del sueldo.

Por esto, ese 1°de Mayo se inició la huelga que tuvo epicentro en la ciudad industrial de los Estados Unido, Chicago, y se expandió al resto del país logrando unir a más de 350.000 trabajadores. Ese día hubo disturbios y el 4 de mayo se convocó a un motín para repudiar la represión. Se juntaron 20.000 personas a escuchar a los oradores quienes repudiaron lo acontecido. La tensión llegó a su punto más álgido cuando el líder anarquista Samuel Fielden se dirigió a una multitud en el parque Haymarket.

 

Fielden era un obrero de origen inglés, predicador de la Iglesia Episcopal Metodista, relacionado con el movimiento socialista en el que se destacaba por su oratoria. Como tesorero del American Group, fue convocado a hablar en la jornada junto a Albert Parsons y August Spies. Mientras Fielden se dirigía a la multitud, una delegación policial ordenó la dispersión del motín.

Con la represión policial, Fielden comenzó a protestar por la interrupción cuando alguien arrojó una bomba entre la multitud. Un agente murió y 60 manifestantes resultaron lesionados, incluido el mismo Samuel Fielden. Las autoridades abrieron fuego dejando 38 muertos y cientos de heridos entre la concurrencia.

Los organizadores del evento, incluidos Fielden, Parsons, Oscar Neebe, Michael Schwab, Louis Lingg, Adolph Fischer y George Engel, fueron encarcelados y juzgados. Todos fueron condenados a morir en la horca. Louis Lingg se suicidó y la pena de Schwab y Fielden fue cambiada por cadena perpetua (aunque ambos quedaron libres después de unos años de prisión). Los otros cuatro fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887.

Nunca se pudo demostrar quién arrojó la bomba ni que ninguno de los acusados haya estado involucrado en el atentado. El incidente de Haymarket fue repudiado a lo largo del mundo. Los dirigentes fueron enterrados en el antiguo cementerio alemán de Chicago, donde una estatua honra la memoria de los mártires de Haymarket.

Quiénes eran los condenados

Los Mártires de Chicago, como los conoce la historia, militaban activamente entre los obreros industriales de la entonces segunda ciudad de Estados Unidos, caracterizada por la ferocidad de las condiciones de trabajo y la represión de las protestas obreras.

Por eso esta historia comienza, en verdad, en 1884, cuando una convención de la Federación de Oficios Organizados y Sindicatos de Estados Unidos y Canadá llamó a los trabajadores a imponer una jornada máxima de ocho horas. La reducción de las jornadas de 10, 12 y 16 horas se reclamaba desde la década de 1860.

La convención le puso fecha al desafío: votó que a partir del 1º de mayo de 1886 se trabajaría solo ocho horas. En los meses previos, miles de trabajadores, organizados e independientes, se prepararon para imponer la resolución. También lo hicieron los gobiernos y las empresas, que reequiparon concienzudamente a las fuerzas represivas. Los patrones estadounidenses solían ayudarse con rompehuelgas y “los hombres de Pinkerton”, policía privada que cargaba en Illinois con varios muertos obreros, incluido un niño.

 

En abril de 1886, Chicago se convirtió en el epicentro de un aluvión de huelgas obreras y piquetes que enervaron las ciudades industriales estadounidenses. El 1º de mayo, más de 300.000 obreros sindicalizados, hombres, mujeres, sus familias, desfilaron pacíficamente por el centro de la ciudad. La policía reprimió con un saldo de dos muertos y varios heridos. Los días siguientes se sucedieron protestas y mítines en las barriadas fabriles.

El 4 de mayo, hubo un acto contra la represión en Haymarket Square, frente a una fábrica de maquinaria agrícola que estaba en huelga; la empresa había contratado esquiroles para continuar la producción. Cuando concluía la concentración se abrieron los portones y los rompehuelgas atacaron a los obreros. So capa de frenar la refriega, la policía se sumó y reprimió.

En el tumulto alguien arrojó una bomba y murió un uniformado, Mathias Degan. La respuesta fue implacable: por lo menos ochenta muertos y doscientos heridos entre los trabajadores.

Algunos sectores empresariales buscaron aplacar el enfrentamiento, y a fines de mayo de 1886 otorgaron la jornada de ocho horas a varios centenares de miles de obreros. El gobierno republicano, en cambio, declaró el estado de sitio, allanó casas particulares y locales e imprentas obreras, y detuvo a centenares de personas. El Chicago Tribune, directo, recomendaba a las patronales una “dieta del rifle” contra los huelguistas.

 

En Argentina

Durante la presidencia del radical Marcelo Torcuato de Alvear, en 1925, el Gobierno nacional decretó el "día de fiesta" para los trabajadores al Día de los Trabajadores. Y recién 19 años después, en la gestión de Edelmiro Farrell y con Juan Perón en el cargo de secretario de Trabajo y Previsión, la fecha alcanzó el rango de feriado oficial y pasó a denominarse "Día del Trabajo".

Perón dijo en aquellos años que la conmemoración del día "es un símbolo de las justas aspiraciones del trabajador y ferviente homenaje a la noble dignidad de toda labor humana".