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Deuda externa: el eterno problema de la Argentina

El historiador Alejandro Olmos Gaona, en diálogo con Círculo Político, nos ofrece una visión crítica y esclarecedora sobre la legitimidad y su impacto en la población argentina.

Por Redacción

18 de abril, 2024 - 21:58

La deuda externa ha sido un tema recurrente en la historia de Argentina. En esta entrevista exclusiva para Círculo Político (lunes a viernes de 14 a 16 por Ciudadano Radio 91.7), conversamos con el historiador argentino Alejandro Olmos Gaona, quien ha dedicado su vida al estudio de este complejo asunto. Gaona nos ofrece una visión crítica y esclarecedora sobre la legitimidad de la deuda y su impacto en la población argentina.

 

¿Por qué debería interesar a la gente la cuestión de la deuda externa?

—Erróneamente, a veces se presupone que la deuda es un tema exclusivo de los ministros de Economía, del gobierno o de los economistas. Sin embargo, la transferencia de recursos que implica la deuda tiene un efecto directo en la población argentina. Durante años, Argentina ha pagado entre 7 y 9 mil millones de dólares anuales en intereses de la deuda. Imaginemos qué hubiera sucedido si esa cantidad se hubiera invertido en nuestro país.

 

—¿Qué se puede decir sobre su legitimidad?

—Primeramente, debemos entender que la deuda argentina tiene un pasado controvertido. Fue contraída durante la dictadura militar, una época en la que no existía una justificación económica, administrativa ni financiera sólida para adquirir tal carga. Los peritos de la causa penal han confirmado esto. Además, es importante destacar que los fondos no se utilizaron en beneficio del pueblo argentino, sino más bien para especulación y otros fines no transparentes.

 

—¿Cómo se transfirió esta deuda al Estado nacional?

—La deuda originalmente pertenecía a empresas privadas que, por diversas razones, la transfirieron al estado. Esto creó una situación compleja en la que todos los ciudadanos argentinos nos vimos obligados a asumir la responsabilidad de pagarla.

 

—¿Qué opina sobre la investigación realizada por el ministro de Economía durante el gobierno de Alfonsín?

—La investigación fue crucial. Durante más de un año, los auditores examinaron minuciosamente la deuda privada en el Banco Central. Descubrieron que muchas de estas deudas no eran reales, sino ficticias. Habían sido creadas deliberadamente para beneficiar a ciertas empresas privadas, algunas de las cuales ya no existen y otras que aún operan ilegalmente.

—¿Qué desafíos enfrenta Argentina en relación con esta deuda?

—Los desafíos son enormes. Debemos buscar soluciones que no afecten aún más a la población. La transparencia, la renegociación responsable y la búsqueda de justicia son fundamentales. No podemos permitir que la deuda siga siendo una carga insostenible para el país.

 

—En 1984, el Banco Central informó al Juzgado Federal 2 que la deuda transferida por los privados ascendía a 23 mil millones de dólares. Hoy, esa cifra ha aumentado significativamente a 156.080 millones de dólares. ¿Cómo se explica este incremento?

—Es un tema crucial. Además de la deuda inicial, debemos considerar otra investigación realizada en el Banco Central. Se descubrió que alrededor de 70 mil millones de dólares del Banco Central se habían derivado hacia el sector privado entre las décadas de 1980 y 1990. Actualizando esa cifra, llegamos a 246 mil millones de dólares. Estos fondos favorecieron a empresas privadas y contribuyeron a la carga de la deuda.

 

—Entonces, ¿la suma de estos dos montos representa casi la totalidad del endeudamiento actual?

—Si sumamos los 156.080 millones de dólares de la deuda transferida por los privados y los 246 mil millones derivados del Banco Central, nos acercamos a la asombrosa cifra de 402.080 millones de dólares que Argentina ha pagado en 40 años.

 

—Pero, ¿cuándo comenzó realmente el endeudamiento externo argentino?

—El endeudamiento tiene una larga historia. Se remonta a 1824, durante el gobierno de Rivadavia, con el famoso empréstito Baring. En ese momento, se negoció al 85%, pero la Argentina sólo recibió el 70% del millón de libras esterlinas al que se había comprometido. Los banqueros impusieron intereses adelantados por dos años, lo que redujo aún más la cantidad real que llegó al país. Finalmente, solo se recibieron 553 mil libras, y la Argentina no pudo cumplir con el millón originalmente acordado.

 

—¿Podría profundizar en los eventos posteriores a la reestructuración de la deuda en 1857?

—Después de la reestructuración de la deuda en 1857, la Argentina enfrentó una serie de desafíos. Las tensiones con los banqueros y las negociaciones continuaron. En un intento por tranquilizar a los prestamistas, hubo ventas de activos, como los dos barcos vendidos por Dorrego y las acciones de Las Moras. Juan Manuel de Rosas también intervino para mitigar los problemas causados por la invasión y otros conflictos.

 

—¿Qué ocurrió después de eso?

—En 1870, el presidente de Estados Unidos solicitó una auditoría de las cuentas públicas argentinas para conocer los detalles de los empréstitos y otros asuntos financieros. El doctor Pedro Agote, presidente del Crédito Público Nacional, realizó un minucioso informe. Según sus hallazgos, a la Argentina llegaron 96.133 libras esterlinas en doblones de oro. Sin embargo, había otros documentos, como papelitos librados contra comerciantes ingleses y otros actores de la plaza de Buenos Aires, que no tenían constancia de haber sido pagados.

 

—¿Cómo se resume esta situación?

—En resumen, recibimos 96.133 libras esterlinas, pero terminamos pagando alrededor de 5 millones de libras esterlinas durante la presidencia del general Roca en 1903. Esta compleja historia de endeudamiento argentino nos muestra cómo las deudas pueden acumularse a lo largo del tiempo y afectar profundamente a una nación.

 

—¿Cómo evalúa la actuación de los gobiernos que han estado en el poder desde 1983 en relación con la deuda?

—Es un tema complejo y polémico. Desde 1983, hemos visto una complicidad entre los dos partidos mayoritarios: el peronismo y la UCR, y más tarde, el peronismo y las fuerzas del PRO. Ambos fueron responsables del feroz endeudamiento que siguió a la dictadura. La deuda inicial dejada por la dictadura ascendía a 44.500 millones de dólares, pero lamentablemente, no se detuvo ahí.

 

—¿Cómo evolucionó la deuda después de la dictadura?

—Durante el gobierno de Menem, la deuda continuó creciendo y alcanzó los 60 mil millones de dólares. En 1992, el ministro Cavallo reestructuró la deuda y afirmó que sería un recuerdo para el año 2000. Sin embargo, en ese momento, la deuda ya había llegado a 145 mil millones de dólares.

 

—¿Por qué cree que ningún gobierno abordó el tema de la deuda de manera diferente?

—Los gobiernos se limitaron a refinanciar y reestructurar la deuda existente. En un documento de 1994, el propio Cavallo admitió que la Argentina pagaba a los acreedores sin exigirles pruebas de la legitimidad de sus reclamaciones. Esto llevó a una reestructuración de la deuda para tratar de ordenar esta situación.

 

—¿Podría profundizar en la falta de voluntad para investigar y enfrentar este problema de manera definitiva?

—Es un tema que ha afectado a nuestro país durante décadas. La complicidad entre los gobiernos, en mayor o menor grado, ha sido evidente. Ninguno se atrevió a abordar la deuda de manera contundente. Las comisiones investigadoras y los proyectos para crear una solución siempre naufragaron. ¿Por qué? Porque poner en evidencia a las principales empresas del país, a funcionarios, presidentes del Banco Central y ministros de economía sería incriminarse a sí mismos.

 

—¿Qué nos dice sobre la única investigación existente, la que inició su padre en 1982?

—Esa investigación fue un hito. Durante años, se recopilaron pruebas, testimonios y pericias. Sin embargo, el fallo final en el año 2000 no consideró que esto constituyera un acto delictivo, sino más bien una cuestión de política económica. Es sorprendente que después de tantos años de investigación, nadie haya sido incriminado.

 

—¿Hay algún ejemplo específico que destaque?

—Sí, un caso notable fue cuando presenté un pedido para citar a uno de los exprocuradores del Tesoro de la Nación. Este funcionario había firmado un dictamen para validar el plan Brady, pero en realidad, los bancos extranjeros redactaron ese dictamen. Fue un episodio sin precedentes en Argentina, donde un banco extranjero influenció directamente la opinión legal del abogado del estado nacional. Esto ilustra hasta qué punto llegaron los procesos de deuda.

—¿Por qué el uso del endeudamiento en la Argentina tiene tantos ribetes polémicos?

—La cuestión del endeudamiento en Argentina es compleja y ha sido objeto de debate durante mucho tiempo. Permítame explicar algunos aspectos clave:

Reciclaje de deuda: “En lugar de utilizar el crédito para emprendimientos productivos que generen riqueza, Argentina ha recurrido sistemáticamente a la contratación de nueva deuda para pagar la antigua. Esto ha llevado a un reciclaje constante de la deuda, como se ha demostrado en la Justicia”.

Historia de reestructuraciones: “En 1893, el ministro Romero advirtió sobre los peligros de pedir nuevos créditos para pagar deudas antiguas. Sin embargo, desde 1983 en adelante, todos nuestros ministros de economía han seguido este patrón. Las reestructuraciones de deuda han sido una constante, pero a menudo no se han abordado de manera efectiva”.

Superávit financiero engañoso: “En enero, los medios celebraron que Argentina tuviera un superávit financiero por primera vez desde 2012. Sin embargo, no se mencionó que este ahorro se logró a costa de licuar jubilaciones, salarios y pagos que debían hacerse. Además, en ese mismo mes, la deuda creció en 10.662 millones de dólares”.

Emisión de bonos: “Recientemente, el ministro Caputo emitió bonos por $5 billones, equivalentes a 6 mil millones de dólares, con vencimientos en 2025 y 2026. Estas acciones deben evaluarse cuidadosamente, ya que afectan directamente la carga de la deuda”.

En resumen, la situación de la deuda argentina es crítica y requiere una revisión exhaustiva. El superávit financiero no puede ser un mero consuelo frente a un endeudamiento desbocado.

Producción periodística: Martín Gastañaga, José Urrutia y Daniel Gallardo.